Nepal atraviesa una de sus jornadas más críticas en los últimos años tras la dimisión del primer ministro, anunciada este martes, en medio de la creciente ola de protestas juveniles contra la corrupción y el nepotismo. 

La renuncia se produjo luego de una violenta represión que dejó al menos 19 muertos y cientos de heridos, en su mayoría jóvenes manifestantes.


Las movilizaciones, conocidas como la “protesta de la Generación Z”, comenzaron el lunes con miles de personas marchando en Katmandú y otras ciudades. Lo que empezó como una manifestación pacífica contra la corrupción y las restricciones a las redes sociales escaló tras la fuerte intervención de las fuerzas de seguridad, que dispararon contra la multitud.

El caos se expandió rápidamente: edificios gubernamentales, incluidas instalaciones del Parlamento y del Tribunal Supremo, fueron incendiados, mientras que varias residencias de líderes políticos fueron atacadas. La violencia obligó al cierre del aeropuerto internacional y a la evacuación en helicóptero del ahora ex primer ministro. La crisis política se profundizó con la renuncia de varios ministros y parlamentarios.

Reacción internacional


La ONU expresó su profunda preocupación por el deterioro de la situación. El Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Volker Türk, calificó de “innecesario y desproporcionado” el uso de la fuerza y llamó tanto a las autoridades como a los manifestantes a evitar una mayor escalada.

“El diálogo es la mejor y única manera de atender las preocupaciones del pueblo nepalí. Es fundamental que se escuchen las voces de los jóvenes”, subrayó Türk en un comunicado desde Ginebra.

El Secretario General de la ONU, António Guterres, también manifestó consternación por la pérdida de vidas y reiteró que las autoridades deben cumplir con los estándares internacionales de derechos humanos.

Investigaciones urgentes


El equipo de Naciones Unidas en Nepal instó a que todas las denuncias de abusos y uso excesivo de la fuerza sean investigadas de manera rápida, independiente y transparente. Además, recalcó que la libertad de expresión, el acceso a la información y la protesta pacífica son derechos fundamentales reconocidos tanto en la legislación nacional como en los tratados internacionales.

Una juventud movilizada


Las protestas reflejan un descontento acumulado entre los jóvenes, que en repetidas ocasiones han salido a las calles para exigir reformas políticas y el fin de la corrupción. La indignación se intensificó tras las muertes, provocando incluso manifestaciones solidarias de la diáspora nepalí en el extranjero.

La ONU ofreció su apoyo para facilitar el diálogo entre las partes y recordó que Nepal ya ha superado crisis pasadas en su camino hacia la democracia. Sin embargo, el futuro inmediato dependerá de la capacidad de las instituciones para dar respuesta a las demandas ciudadanas y frenar la espiral de violencia.

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